La justicia social
“Hasta que la gran masa del pueblo no se llene con el sentido de responsabilidad por el bienestar del otro, la justicia social no se podrá alcanzar” Hellen Keller
La desesperación se ha apoderado de la sociedad, la intranquilidad es una constante que en los últimos años ha incrementado, nos encontramos en un momento histórico que tiene como referencia una gran cantidad de generaciones las cuales han sido formadas de distintas maneras y de distintos modos, la generación x, la generación y, los millennials, los baby boomers y aun dos generaciones más, las cuales tienen concepciones muy distintas con referencia a los valores, no se diga a lo referente a la moral y ética, de una manera paralela la velocidad social, los medios digitales y la inmersión en esta era de la información, todos estos escenarios procrean una incertidumbre que ha confundido la estancia de virtud en este planeta.
La necesidad económica nos ha llevado a invertir la escala de las prioridades, de manera paralela la imposición capitalista sobre nuevas necesidades ha generado una vida dependiente basada en pretensiones materiales a las cuales aspiran en gran medida todos los seres humanos, desde una percepción existencial se puede entender que debajo de esta necesidad se encuentra la verdadera y latente necesidad de reconocimiento, esto se podría concebir en cierto modo como una proyección psicológica, es un mera inferencia, sin embargo el contexto señalado ha generado un desgaste impresionante en todos, la justicia sigue siendo ciega y lo seguirá siendo, el problema no es ese, el principal problema es que la sociedad es ciega o está siendo cegada por las inercias.
Cada día los índices delictivos incrementan, los secuestros, los asaltos, los robos a casa habitación, el crimen organizado prolifera y se expande con gran facilidad tomando como víctimas a una generación de jóvenes que buscan salir adelante, ya sea metiéndolos en sus dinámicas delictivas o en la dependencia de alguna sustancia que dañe y afecte su juicio, de las cuales son presa fácil por la falta de identidad, por la crisis que impera en sus hogares o porque el medio que los rodea está completamente contaminado.
Por otro lado tenemos a un gobierno que no puede contener a este fenómeno, a esta realidad, los políticos con el valor para enfrentar al crimen son amenazados e incluso ejecutados, los que son neutrales legislan, legislan y siguen legislando para hacer leyes que del otro lado los retóricos del crimen ven el modo de vencerlas y evadirlas y por su puesto aquellos delincuentes que viven al día son totalmente omisos pues hace mucho dejo de importarles la ley y lo que derive de ella, un tercer segmento es el que se colude y para ellos es un modo de sobrellevar una situación que les llenara los bolsillos pero que tarde o temprano la situación los rebasara.
Y en medio de todo esto se encuentra una sociedad desesperada que no sabe cómo actuar y que lo más lógico que está haciendo es responder y defenderse como puede, aquí entran grandes controversias, el caso más claro es el de Mireles en Michoacán, por defender por su propia cuenta, paso un par de años en la cárcel, las leyes no dan una respuesta, pues son expedidas por una institución que lleva una venda en los ojos, los políticos están rebasados, mutilados o amenazados ante dicha situación, los tiempos no dan, y por otro lado está la desesperación, las cosas se están saliendo de control.
“La angustia es el vértigo de la libertad” Soren Kierkegaard
Ante este panorama, la opción es una, la justicia social, pero ella demanda un compromiso individual de conciencia, una motivación única que debe ir acompañada por la valentía y la convicción, de lo contrario será letra muerta, la historia ha dado referencia de que las sociedades pueden avanzar, pueden ser mejores, no es tarea de uno, sino de todos, las crisis son para crecer y el tiempo consume y transforma todo, en estas letras existe una reflexión a la acción, la medida cada quien la pone, el alcance lo pondrá la fuerza de las ideas y su trascendencia el tesón de aquellos que tengan un motivo más allá de los conceptos de justicia y de sociedad.